Hace casi tres meses que empezó la vacunación contra el COVID-19 en España y durante ese tiempo, se han conocido varios casos de complicaciones, efectos secundarios e incluso muertes, que pueden tener relación con la vacuna suministrada.
En nuestro país han sido administradas las vacunas de Pfizer, Moderna y AstraZeneca, pero parece que la mayor controversia en cuanto a los resultados y los efectos secundarios los origina la última. España ha recibido casi 2 000 000 de dosis de AstraZeneca y se han administrado cerca de 1 000 000 de ellas.
Después de tener conocimiento de algunos casos de reacciones fuertes a la vacuna, trombosis o algunos casos de muertes y, siguiendo la línea adoptada por otros países europeos, España suspendió la administración de la vacuna producida por AstraZeneca.
Sin embargo y, en consecuencia de la declaración de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), afirmando, tras unos días de incertidumbre, la seguridad e inocuidad de la vacuna, el Consejo Internacional de Salud ha acordado retomar la vacunación, aunque depende de cada Estado Miembro la decisión de retorno al empleo de la vacuna. España volverá a administrarla a partir del próximo miércoles 24 de marzo.
Se ha llegado a la conclusión de que “los beneficios del uso de la vacuna, superan a los riesgos”, pues los casos de trombosis son aislados y no pueden relacionarse directamente con la vacuna.
Concretamente, se trata de varios casos de trombosis venosa cerebral, asociadas a una disminución del número de plaquetas, a tenor de lo declarado por la AEMPS, pero no puede demostrarse la relación causa- efecto con el medicamento.
España, Alemania, Francia, Italia y Bélgica, entre otros, volverán a administrarla, hecho muy significativo, sobre todo en el caso de España, donde el 99% de las personas a las que se ha inoculado, solamente han recibido la primera dosis.